sábado, 8 de junio de 2013

Melmac, la droga y el cepillo de la iglesia.

Fue una gran sorpresa para mi que durante la rueda de prensa de García Amado se le cuestionase sobre unos ingresos accesorios de la temporada pasada. Puede sonar curioso, en principio, que alguien tenga que dar cuentas sobre el dinero que entra más que sobre el que sale, pero mi inquietud sobre el tema en cuestión la podéis leer en el post que escribí hace unos meses y que resumo brevemente.

Lo que sabemos de ellos es que ascendieron a 2.290.000 euros y que en principio no proceden de la venta de patrimonio, jugadores (al menos derechos federativos), excesos de provisiones, financieros, ni de las actividades más típicas del club como abonados, taquillas, publicidad, merchandising, quinielas ni tampoco de las subvenciones. Sabemos también que dicha operación o conjunto de operaciones  no se realizó en temporadas anteriores ni se preveía en julio de 2011 , ni  tampoco para la sesión en curso. Raro no, lo siguiente, pero no tanto como para considerarlos contablemente como extraordinarios.

También sospecho cierto interés en esconder su procedencia, por extraño que pueda parecer. Gracias a ellos se consiguió salvar la racha de superavits consecutivos en una temporada que se había iniciado con la venta de Jose Angel por 5 millones y que terminó con el descenso de categoría. Evitaron a buen seguro la ensalada de ostias en el menú navideño de Mareo. Dos millones sin padre, ni madre, sin tener que vender jugadores, marcas ni escuela, ni sablear al abonado. Moco de pavo. La obra maestra de mis pajas mentales estaba cerca de llegar a su fin.

Así que durante unos segundos, los que pasaron desde que el periodista hizo la pregunta hasta que el Director General respondió, me sentí como el inspector Javert ante el ex presidiario Valjean. Atado de manos ante quien perseguí durante tanto tiempo, con su fusil apuntándome para dispararme a bocajarro. A punto del zas en toda la boca y de perder una partida que yo jugaba en el lado oscuro y  con los ojos tapados. A un instante de recibir una bala que arrancaría de cuajo todo mi orgullo. Algo que asumía como justo, tras el cachondeo y feroz critica de mis últimos artículos contra la persona que en ese momento era dueña de mi destino.





Pero añadiendo más misterio aún al asunto, Alfredo disparó al aire con un no sabe, no contesta, no se acuerda y me concedió la libertad para seguir pensando que ese dinero vino del planeta Melmac, de la droga o del cepillo de la iglesia. Contra todo pronóstico renegó de una operación que en primer lugar podría haber sido la más brillante de la historia del Sporting y que por otra parte le evitó volver caliente para casa en una fría noche de invierno. Los motivos del olvido los sabrá él.

 Una concesión que pesa sobre mi conciencia como le pasó a Javert cuando se tiró al Sena, que me hace meditar sobre el camino a seguir, continuar incordiando o ir con mi música a otra parte, hacerme del Oviedo y cambiar el título del blog a Véndovos el Requexón.











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